Las caracteriza por ser ciudades con una alta densidad de población que cada año aumenta de forma exponencial y que se han ido adueñando de áreas verdes para la construcción masiva de edificaciones, convirtiéndolo en ciudades de concreto y buscando un desgaste progresivo del medio ambiente. Pero sobre todo, ha hecho que vivir en un entorno contaminado lleno de polución y gases tóxicos se haya convertido en la normalidad de muchas personas.
Para llegar a la concepción sobre éste fenómeno, es necesario introducirnos en el libro de Sustentabilidad y Territorio de Maria Alejandra Cortés, donde nos explica brevemente a través de distintos ensayos, sobre cómo la fragmentación social ha tenido un gran impacto en la concentración poblacional en nuestras ciudades.
“El fragmento social evocan a las pequeñas comunidades locales, el sentido de la identidad y pertenencia a un lugar controlable, reconocible, de alguna manera manejable”
En el carácter social, esto nos habla de una población o seres urbanos que viven ligados a la idea de pertenecer a una sociedad, comunidad o a un conjunto específico y que por ello, le restan importancia a las condiciones ambientales, o los altos costos de rentabilidad con tal de vivir en una capital, lo que dio vida a las fragmentaciones espaciales, materializando más aún la realidad social.
Aunado a esto, en el carácter económico tiene igual peso, ya que con el advenimiento del siglo XX las propuestas atractivas de trabajo, forzaron a una gran cantidad de población a dejar las actividades comerciales (principalmente agrícola), que cada vez eran peor remuneradas, para conseguir empleos en industrias emergentes y consecuentemente mudarse a la ciudad.
Esta desintegración urbana, causó que grandes industrias se asentaran en ciertas ciudades absorbiendo cada vez más terreno y atrayendo poblaciones de ciudades aledañas y extranjeros para conseguir un empleo con una remuneración que pudiera cubrir sus necesidades.
El desafío de ser sustentable para las ciudades
densamente pobladas
Mientras tanto, los procesos de industrialización y producciones masivas ha traído como consecuencia el exceso de la necesidades materiales y altamente desechables para proponerlo como un nuevo aparato cultural. Las industrias de la moda, automovilística, tecnológica, e inmobiliaria están ahora pensadas para ser reemplazables en un periodo de tiempo muy corto para así poder equipararlas con la demanda de deseos o intenciones de los inversionistas antes que las necesidades reales de la sociedad.
Ante éste concepto que ha sido parte y sujeto de discusiones desde finales de los 90´s, surge la necesidad de una transformación de sistemas de producción, dirigiéndose a una industria verde y es allí donde toma lugar el concepto de sustentabilidad, que básicamente es la reducción de los impactos ambientales, el ahorro y eficiencia energética, y la facilidad de reciclaje que le podamos dar a nuestros objetos habituales y es una concepción que año tras año está ganando más fuerza, anteponiendo intereses políticos, económicos y culturales en cada país.
Mucho tiene que ver este tema con los tiempos que estamos viviendo hoy en día, ya que con la llegada del COVID-19 nos ha hecho replantearnos muchas cosas, entre ellas si vale la pena seguir emigrando hacia las grandes ciudades saturadas, exponiéndonos a la contaminación, a perder horas diarias en el tráfico, o seguir pagando rentas a los máximos costos sólo por querer vivir en una capital.
En muchos países, lo que no es capital, son lugares destinados al turismo cuyo sustento depende 100% al flujo de ingreso de turistas cosa que, como podemos aprender de esta pandemia, al no haber movimiento en los aeropuertos, ni flujo en los comercios afecta directamente en la economía.
En vez de ello, es preciso insistir en generar proyectos a futuro pensando en las demás ciudades y no limitarlas a un sólo propósito, para poder progresivamente, desaturar un poco las megalópolis y darle igual de importancia económica al resto, apoyándonos en compañías que puedan establecer sedes en otros lugares y que de esta manera puedan generar ofertas de empleos, pensando mayormente en la calidad de vida que queremos para futuras generaciones.
Al desaturar nuestras ciudades, estamos reduciendo la capacidad de contaminación, y mitigando cualquier acción adversa hacia el medio ambiente y hacia nuestra salud sin contar que podríamos tener una eficiencia mejor en el área de transporte al descongestionar el tráfico diario. Por supuesto que son acciones que requieren inversiones y logísticas complejas, mas allá del tema económico, también social y cultural. Pero es un hecho que para dar un paso adelante en el futuro son conceptos que se deben ir manejando si queremos tener ciudades sustentables, resilentes y que podamos aprovechar mejor nuestros recursos.
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