El estilo monocromático o monochrome nos induce a pensar inmediatamente en blanco & negro. En cuanto al interiorismo no es tan rígido como sólo usar una paleta de color, más bien es buscar colores y texturas que puedan complementarse en un espacio de forma armónica y sutil.
Cuando queremos acertar en este estilo, lo mejor para evadir la gelidez, es hacer uso de materiales como la madera para otorgarle un punto cálido entre tantos colores neutros, el resultado es una estancia equilibrada que puede mimetizarse simplemente con los demás elementos.
Además de aportarnos textura y color, nos ayuda a aportar volumen y rompe con la esencia estricta de lo sintético gracias a su carácter y su composición natural.
Hay que tener en cuenta que las transiciones no son bruscas, en cuanto a colores y texturas son muy leves como pasar del blanco absoluto al crema o beige, y del gris al negro, es como un gradiente que usamos para guiarnos, los acentos como una lámpara dorada, un cuadro o pintura son sólo eso, complementos que nos ayudan a dar un toque de cálidez o un punto de atención donde necesitemos, ya que la monocromía si la usamos en exceso nuestro espacio se convertirá en un lugar monótono, para ello sólo basta con poner un punto de distracción, un objeto que rompa con esa ilusión.
Las plantas en nuestros interiores, también nos pueden ayudar en la combinación ya que nos aportan un contraste con los demás elementos y a su vez es otro componente que nos apoya en balancear lo sintético con lo natural en el ambiente
Las líneas simples, los elementos y figuras orgánicas, son las claves fundamentales en este estilo, pues también nos invita a tener un espacio saludable libre de ostentaciones y componentes que no sólo no aportan a la visual, sino que se acumulan y entorpecen la funcionalidad de nuestros espacios. Para ser practicante de este estilo, debes saber vivir con lo esencial, no es necesariamente deshacerte de todo pero si darle valor a lo que realmente te aporta tanto en tu estilo de vida como en tus estancias.