Hoy en día la oferta inmobiliaria ha crecido a niveles astronómicos. Cada vez hay más oferta de proyectos de cualquier tipo; Casas, apartamentos o estudios. Sin embargo hay que decir que si bien hemos presenciado un aumento en cuanto a cantidad se refiere, en la realidad ha disminuido “la calidad” de estos proyectos.
Somos testigos de construcciones de megaproyectos con una oferta de cientos de apartamentos que se realizan en tiempos cortos para cumplir con una demanda, pero desatendiendo una de las cosas que creo que es la más importante. La calidad de vivir o la experiencia al estar en estos proyectos.
Ya no se busca la arquitectura como punto sustancial de lo que compone un urbanismo, El arquitecto le ha cedido la mano al desarrollador para realizar edificaciones sin gracia, sin estilo, de una composición vacía solamente para llenar unos cuantos ceros en una tabla de Excel.
En el caso de la ciudad de Santo Domingo, se evidencia no sólo el caos que provoca tanta construcción, desde trancar calles completas por camiones de concreto que deciden vaciar el día completo, hasta el ruido infernal que desprende de las máquinas que taladran el rocoso suelo de la isla y hasta incluso irrespetando los días de paz de los fines de semana para cumplir calendarios de entregas imposibles.
Esto es consecuencia de una mala planificación urbanística donde permiten hacer edificaciones de 20 pisos donde antes había una modesta casa de un nivel, quizás para una familia de 6 personas donde ahora albergará probablemente unas 120.
Si bien es cierto que hoy en día se busca la premura de hacer proyectos más rápidos para hacerlos más rápidos y venderlos igual de rápido, haciendo que el diseño quede desplazado para darle la importancia a la cantidad, y haciendo incluso que los agentes inmobiliarios tengan que hacer malabares para convertirlos en propuestas atractivas pues, muchas veces nos venden una ubicación sin tener en cuenta, que más nos ofrece el inmueble.
Para hacer proyectos estéticos y funcionales, requiere tiempo, días de trabajo donde se involucren todas las disciplinas que lo componen. Se hace necesario que la figura de los diseñadores, ingenieros o arquitectos se hagan presentes de nuevo con la inclusión del urbanista, pues es necesario, dejar de hacer edificaciones que no aporten al entorno donde se encuentra y solo así tendremos ciudades saludables, espacios donde nos sintamos a gusto con su distribución, con sus acabados y terminaciones, sólo así podremos de nuevo comenzar a llamar “hogar” cuando la satisfacción sea plena.